jueves, 26 de noviembre de 2009

Por que y para que rezar por las almas benditas del Purgatorio?

Recopilado y corregido por José Gálvez Krüger para Aci prensa prensa

El gran Mandamiento de Nuestro Señor Jesucristo es que nos amemos los unos a los otros, genuina y sinceramente.

El Primer Gran Mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas.
El Segundo, o mejor dicho el corolario del Primero, es amar al prójimo como a nosotros mismos.
No es un consejo o un mero deseo del Todopoderoso.
Es Su Gran Mandamiento, la base y esencia de Su Ley.

Es tanta la verdad encerrada en esto que El toma como donación todo aquello que hacemos por nuestro prójimo, y como un rechazo hacia El cuando rechazamos a nuestro prójimo.

Leemos en el Evangelio de San Mateo (Mt 25:34-46), las palabras de Cristo que dirijirá a cada uno en el Día del Juicio Final.

Algunos católicos parecen pensar que su Ley ha caído en desuso, pues en estos días existe el egoísmo, el amor a sí mismo, y cada uno piensa en sí mismo y en su engrandecimiento personal.

"Es inútil observar la Ley de Dios en estos días", dicen, "cada uno debe mirar por sí mismo, o te hundes".

No hay tal cosa! La ley de Dios es grandiosa y todavía y por siempre tendrá fuerza de ley. Por eso, es mas que nunca necesaria, mas que nunca nuestro deber y por nuestro mayor interés.

Estamos moralmente obligados a rogar por las animas benditas

Siempre estamos obligados a amar y ayudar al otro, pero cuanto mayor es la necesidad de nuestro prójimo, mayor y mas estricta es nuestra obligación. No es un favor que podemos o no hacer, es nuestro deber; debemos ayudarnos unos a otros.

Sería un monstruoso crimen, por caso, rehusar al poder y desposeído el alimento necesario para mantenerse vivo. Sería espantoso rehusar la ayuda a alguien en una gran necesidad, pasar de largo y no extender la mano para salvar a un hombre que se está hundiendo.

No solamente debemos ayudar cuando es fácil y conveniente, sino que debemos hacer cualquier sacrificio para socorrer a nuestro hermano en dificultades.

Ahora, qué puede estar más urgido de caridad que las almas del Purgatorio? Qué hambre o sed o sufrimiento en esta Tierra puede compararse con sus mas terribles sufrimientos?
Ni el pobre, ni el enfermo, ni el sufriente que vemos a nuestro alrededor necesitan de tal urgente socorro.
Aún encontramos gente de buen corazón que se interesa en los sufrientes de esta vida, pero, escasamente encontramos a gente que trabaja por las Almas del Purgatorio!

Y ¿quién puede necesitarnos más? Entre ellos, además, pueden estar nuestras madres, nuestros padres, amigos y seres queridos.

Dios desea que las ayudemos

Ellas son los amigos más queridos. El desea ayudarlos; El desea mucho tenerlos cerca de Él en el Cielo. Ellas nunca más lo ofenderán, y están destinadas a estar con Él por toda la Eternidad. Verdad, la Justicia de Dios demanda expiación por los pecados, pero por una asombrosa dispensación de Su Providencia El pone en nuestras manos la posibilidad de asistirlos, El nos da el poder de aliviarlas y aún de liberarlas. Nada le place más a Dios que les ayudemos. El está tan agradecido como si le ayudáramos a El.

Nuestra Señora quiere que los ayudemos

Nunca, nunca una madre de esta tierra amó tan tiernamente a sus hijos fallecidos, nunca nadie consuela como María busca consolar sus sufrientes niños en el Purgatorio, y tenerlos con Ella en el Cielo. Le daremos gran regocijo cada vez que llevamos fuera del Purgatorio a un alma.

Las benditas animas del purgatorio nos devuelven el mil por uno

Pero qué podremos decir de los sentimientos de las Santas Almas?
Sería prácticamente imposible de describir su ilimitada gratitud con para aquellos que las ayudan! Llenas de un inmenso deseo de pagar los favores hechos por ellas, ruegan por sus benefactores con un fervor tan grande, tan intenso, tan constante, que Dios no les puede negar nada. Santa Catalina de Bologna dice :"He recibido muchos y grandes favores de los Santos, pero mucho mas grandes de las Santas Almas (del Purgatorio)".

Cuando finalmente son liberadas de sus penas y disfrutan de la beatitud del Cielo, lejos de olvidar a sus amigos de la Tierrra, su gratitud no conoce límites. Postradas frente al Trono de Dios, no cesan de orar por aquellos que los ayudaron. Por sus oraciones ellas protegen a sus amigos de los peligros y los protegen de los demonios que los asechan.

No cesan de orar hasta ver a sus benefactores seguros en el Cielo, y serán por siempre sus más queridos, sinceros y mejores amigos.

Si los católicos solamente supieran cuan poderosos protectores se aseguran con sólo ayudar a las Animas benditas, no serían tan remisos de orar por ellos.

Las animas benditas del purgatorio pueden acortar nuestro propio purgatorio

Otra gran gracia que obtenemos por orar por ellas es un corto y fácil Purgatorio, o su completa remisión!

San Juan Masías, sacerdote dominicano, tenía una maravillosa devoción a las Almas del Purgatorio. El obtuvo por sus oraciones (principalmente por la recitación del Santo Rosario) la liberación de ¡un millón cuatrocientas mil almas! En retribución, el obtuvo para sí mismo las más abundantes y extraordinarias gracias y esas almas vinieron a consolarlo en su lecho de muerte, y a acompañarlo hasta el Cielo.

Este hecho es tan cierto que fue insertado por la Iglesia en la bula de decretaba su beatificación.

El Cardenal Baronio recuerda un evento similar.

Fue llamado a asistir a un moribundo. De repente, un ejército de espíritus benditos aparecieron en el lecho de muerte, consolaron al moribundo, y disiparon a los demonios que gemían, en un desesperado intento por lograr su ruina. Cuando el cardenal les preguntó quiénes eran, le respondieron que eran ocho mil almas que este hombre había liberado del Purgatorio gracias a sus oraciones y buenas obras. Fueron enviadas por Dios, según explicaron, para llevarlo al Cielo sin pasar un solo momento en el Purgatorio.

Santa Gertrudis fue ferozmente tentada por el demonio cuando estaba por morir. El espíritu demoníaco nos reserva una peligrosa y sutil tentación para nuestros últimos minutos. Como no pudo encontrar un asalto lo suficientemente inteligente para esta Santa, el pensó en molestarla su beatífica paz sugiriéndole que iba a pasar larguísimo tiempo en el Purgatorio puesto que ella desperdició sus propias indulgencias y sufragios en favor de otras almas.
Pero Nuestro Señor, no contento con enviar sus Ángeles y las miles de almas que ella había liberado, fue en Persona para alejar a Satanás y confortar a su querida Santa. El le dijo a Santa Gertrudis que a cambio de lo que ella había hecho por las ánimas benditas, le llevaría directo al Cielo y multiplicaría cientos de veces todos sus méritos.

El Beato Enrique Suso, de la Orden Dominicana, hizo un pacto con otro hermano de la Orden por el cual, cuando el primero de ellos muriera, el sobreviviente ofrecería dos Misas cada semana por su alma, y otras oraciones también. Sucedió que su compañero murió primero, y el Beato Enrique comenzó inmediatamente a ofrecer las prometidas Misas. Continuó diciéndolas por un largo tiempo.
Al final, suficientemente seguro que su santamente muerto amigo había alcanzado el Cielo, cesó de ofrecer las Misas.
Grande fue su arrepentimiento y consternación cuando el hermano muerto apareció frente a él sufriendo intensamente y reclamándole que no hubo celebrado las Misas prometidas.
El Beato Enrique replicó con gran arrepentimiento que no continuó con las Misas, creyendo que su amigo seguramente estaría disfrutando de la Visión Beatífica pero agregó que siempre lo recordaba en sus oraciones. "Oh hermano Enrique, por favor dame las Misas, pues es la Preciosísima Sangre de Jesús lo que yo más necesito" lloraba la sufriente alma.
El Beato recomenzó a ofrecerlas, y con redoblado fervor, ofreció Misas y ruegos por su amigo hasta que recibió absoluta certeza de su liberación. Luego fue su turno de recibir gracias y bendiciones de toda clase por parte de su querido hermano liberado, y muchas más veces que las que hubiera esperado.

Fuente : http://www.infocatolicos.cjb.net/

ACI Prensa

domingo, 8 de noviembre de 2009

Nuestra Senora de Montligeon


Normandía (Francia)

Santuario, centro mundial de oración por los difuntos, las almas del purgatorio.

Acogida especial a los que han sufrido la muerte de un ser querido.

Ubicación: En la comarca de Le Perche, Normandía. Al este de la ciudad de Mortagne-Au-Perche.

Fundado por el sacerdote Paul Buguet (1843-1918), para rezar en particular por los difuntos.

Junto al Santuario, el padre Buguet fundó la Obra Nuestra Señora de Montligeon. Reconocida por la Santa Sede en 1895, ha dado origen a grupos de oración y vida cristiana en Europa, América, Asia y sobre todo África de los que forman parte millones de personas. En estos grupos se celebran misas cada día por las intenciones confiadas en el Santuario de Nuestra Señora de Montligeon. Las intenciones ahora pueden enviarse también a través de la página web.

El santuario es dirigido en estos momentos por tres sacerdotes de la Comunidad de San Martín (recientemente surgida en Francia). Además, animan el santuario seis religiosas de la Nueva Alianza cuya misión consiste en «servir a la misericordia divina en la sencillez y en la alegría» y en animar los oficios litúrgicos, ofrecer acogida y acompañamiento individual.

El Santuario propone, entre otras cosas, peregrinaciones, retiros y fines de semana espirituales.

ORACION A NUESTRA SEÑORA DE MONTLIGEON

Virgen Señora Nuestra Liberadora, ten piedad de todos los difuntos, nuestros hermanos, especialmente de aquellos más necesitados de la misericordia de Dios.

Intercede por todos los que han muerto, a fin de que se complete en ellos la obra del Amor que purifica.

Que nuestra oración, unida a la de toda la Iglesia consiga para ellos la alegría que supera todo deseo y que lleve el consuelo y la paz a nuestros hermanos sometidos a la prueba de la espera, sobre todo los más necesitados y olvidados.

Madre de la Iglesia, ayúdanos peregrinos por el mundo a conseguir nuestra propia liberación interior y a avanzar cada día que pasa en nuestro caminar hacia la Resurrección.

Cúranos de toda herida del corazón y del alma, haz que cada uno de nosotros un apóstol de la esperanza, siempre vigilante, siempre dispuesto.

Refugio de los pecadores y Reina de todos los Santos, reúnenos a todos un día para la Pascua eterna en la Casa del Padre, por Jesucristo, nuestro Señor. ¡Amén!

Nuestra Señora de Montligeon, ruega por nuestros difuntos.

Más información en http://www.sanctuaire-montligeon.com

Comunidad de la Nueva Alianza
Prieuré de la Miséricorde
61400 La Chapelle-Montligeon
Fax : 00 33 2 33 83 57 26
CCP : Association de la Nouvelle Alliance : 3 502 80 T Rouen

A 20 kms se encuentra:
Abadía de la Trapa
61380 Soligny-la-Trappe
Tel : 00 33 2 33 84 17 00
00 33 2 33 34 98 57

Fuente: Corazones Org

Oracion por las Almas del Purgatorio

Ver también: Purgatorio

Oración propia de la Novena

Padre misericordioso, en unión con la Iglesia Triunfante en el cielo, te suplico tengas piedad de las almas del Purgatorio. Recuerda tu eterno amor por ellas y muéstrales los infinitos méritos de tu amado Hijo. Dígnate librarles de penas y dolores para que pronto gocen de paz y felicidad. Dios, Padre celestial, te doy gracias por el don de perseverancia que has concedido a las almas de los fieles difuntos.

Amable Salvador, Jesucristo. Eres el Rey de reyes en el país de la dicha. Te pido que por tu misericordia oigas mi oración y liberes las almas del Purgatorio, en particular, N... LLévalas de la prisión de las tinieblas a la luz y libertad de los hijos de Dios en el Reino de tu gloria. Amable Salvador, te doy gracias por haber redimido las pobres almas con tu preciosísima Sangre, salvándolas de la muerte eterna.

Dios Espíritu Santo, enciende en mí el fuego de tu divino amor. Aviva mi fe y confianza, acepta benignamente las oraciones que te ofrezco por las almas que sufren en el Purgatorio. Quiero aplicar los méritos de esta devoción en favor de toda la Iglesia Sufriente y en especial por mis difuntos padres, hermanos, hermanas, bienhechores, parientes y amigos. Atiende mi plegaria para que podamos reunirnos en el Reino de tu gloria.

Dios Espíritu Santo, te doy gracias por todos los beneficios con que has santificado, fortalecido y aliviado a estas benditas almas y en especial por consolarlas en los actuales sufrimientos con la certeza de la felicidad eterna. Que pronto se unan contigo y oigan aquellas benditas palabras que las llaman al hogar del Cielo: "¡Vengan, los Bendecidos por mi Padre! Tomen posesión del Reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo" (Mt 25, 34).

POR LOS PADRES DIFUNTOS

¡Oh Dios! Nos mandaste honrar padre y madre. Por tu misericordia, ten piedad de mi padre (madre) y no recuerdes sus pecados. Que yo pueda verlo (la) de nuevo en el gozo de eterno fulgor. Te lo pido por Cristo nuestro Señor. Amén.

LA FAMILIA

¡Oh Buen Jesús! El dolor y sufrimiento de los demás conmovía siempre tu corazón. Mira con piedad las almas de mis queridos familiares del Purgatorio. Oye mi clamor de compasión por ellos y haz que aquellos a quienes separaste de nuestros hogares y corazones disfruten pronto del descanso eterno en el hogar de tu amor en el cielo.

ORACIÓN

¡Oh Dios! Nuestro Creador y Redentor, con tu poder Cristo conquistó la muerte y volvió

a Ti glorioso. Que todos tus hijos que nos han precedido en la fe (especialmente N...) Participen de su victoria y disfruten para siempre de la visión de tu gloria donde Cristo vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Dales, Señor, el descanso eterno. Brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén.

María, Madre de Dios, y Madre de misericordia, ruega por nosotros y por todos los que han muerto en el regazo del Señor. Amén,

Fuente: Corazones Org

Rezad por las Animas del Purgatorio

REZAD POR LAS ANIMAS DEL PURGATORIO

El mayor número de almas son liberadas durante la S. Consagración el la Misa, que durante cualquier otro tiempo. No obstante, muchas almas vuelan al Cielo en la Navidad. Esta liberación sigue después, en las fiestas de Nuestro Señor, en las de Nuestra Señora, y en las fiestas de los grandes santos. Mediante las oraciones ofrecidas a su favor, las ánimas del Purgatorio reciben insignes gracias en ciertas otras ocasiones, por ejemplo, en su día natal, en el día de su bautismo, y en el aniversario de su fallecimiento.

Aquí en la tierra, si nos dedicamos a ofrecer sufragios por las pobres ánimas del Purgatorio, recibiremos el mismo favor después cuando sea nuestro turno. Entonces, los fieles se acordarán de rezar por nosotros también. Por otra parte, Nuestro Señor será compasivo con nosotros cuando estemos sufriendo en el Purgatorio.

La Santísima Virgen nos pide rezar por las Pobres Animas. Para este fin, Ella nos recomienda las siguientes oraciónes:

5 veces el Credo. . .;
1 vez la Salve. . .;
1 vez el Padrenuestro. . .;
1 vez el Ave María. . .;
1 vez Gloria al Padre. . .;
1 vez "Requiem" (Dales el descanso eterno, Señor, y que la luz perpetua ilumine sobre ellos. Que descansen en paz. Amen.)

ORACION DE SANTA GERTRUDES LA MAYOR

Oración para salvar 1000 almas del Purgatorio cada vez que se rece.

Nuestro Señor le dijo a la gran Santa Gertrudes que la siguiente oración salvaría 1000 almas del Purgatorio cada vez que se rezara.

Recomendacion: Reza el proximo oracion por lo menos dos veces, para sacar a lo menos dos veces la cantidad de almas del Purgatorio. Despues de la oracion, pidale a las almas libradas del Purgatorio por sus oraciones que recen para tus intenciones.


"Oh Padre Eterno, os ofrezco la más preciosa sangre de vuestro Divino Hijo, Jesús, unido a las Misas celebradas hoy alrededor del mundo, por todas las santas almas del Purgatorio.-Amen"

Nuestra Señora nos asegura que si rezamos estas oraciones, "¡podremos liberar muchas, pero muchísimas almas!"

"Para las ánimas del Puratório, las Santas Llagas constituyen un verdadero tesoro de Tesoros."

BIBLIA - 2 Macabeos, Capítulo 12. Versículo 46:
"Es, pues, un pensamiento santo y saludable el rezar por los difuntos a fin de que sean libres de las penas de sus pecados."

Una indulgencia, aplicable SOLAMENTE a las almas en purgatorio, se concede cuando devotamente se visita un cementerio y se rueza por los difuntos.


Fuente: Angelfire

Secuencia (De un autor anónimo del siglo XII)

  1. ¡Oh día aquél, en que el mundo se disolverá, atestiguándolo David y la Sibila!
  2. Cuán grande será el terror, cuando el Juez venga a juzgarlo todo con rigor!
  3. La trompeta, al esparcir su atronador sonido por la región de los sepulcros, reunirá a todos ante el trono de Dios.
  4. La muerte se asombrará y la naturaleza, cuando resucite la criatura, para responder ante el Juez.
  5. Abriráse el libro, en que está escrito todo aquello de que el mundo ha de ser juzgado.
  6. Luego que el Juez se hubiere sentado, aparecerá todo lo oculto; nada quedará sin venganza.
  7. ¿Qué he de decir entonces yo miserable? ¿A qué valedor acudiré, cuando aun el justo apenas estará seguro?
  8. ¡Oh Rey de terrible majestad! Que a los que se han de salvar, los salvas gratuitamente, sálvame fuente de bondad
  9. Acuérdate, piadoso Jesús, de que soy causa de que vinieses al mundo; no me pierdas en aquel día.
  10. Al buscarme, fatigado te sentaste; me redimiste sufriendo en la cruz; que no sea vano tanto trabajo.
  11. ¡Oh justo Juez de las venganzas! Concédeme el perdón antes del día de la cuenta.
  12. Gimo como reo; la culpa ruboriza mi cara. Perdona, Señor, al que lo suplica.
  13. Tú que perdonaste a María (Magdalena), y oíste al buen Ladrón, y a mí mismo me diste esperanza.
  14. Mis plegarias no son dignas; pero Tú, bueno muéstrame benigno para que no arda yo en el fuego eterno.
  15. Dame un lugar entre tus ovejas, y apártame de los cabritos, colocándome a tu lado derecho.
  16. Arrojados los malditos a las llamas eternas, llámame con los Benditos.
  17. Ruégote suplicante y anonadado, con el corazón desecho como el polvo, que tengas cuidado de mi fin
  18. ¡Oh día de lágrimas aquél en que saldrá del polvo!
  19. El hombre para ser juzgado como reo! Perdona a éste, Señor.
  20. Piadoso Jesús, dales el descanso. Amén.


Cortesía de: José Gálvez Krüger

Fuente: ACI Prensa

Oración en sufragio de las almas del purgatorio

Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiádate de las benditas almas del Purgatorio y ayuda a mis queridos padres y antepasados.

A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!

Ayuda a mis hermanos y parientes. ¡Jesús mío misericordia!
Ayuda a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
Ayuda a los que han sido mis amigos y súbditos.
Ayuda a cuantos debo amor y oración.
Ayuda a cuantos he perjudicado y dañado.
Ayuda a los que han faltado contra mí.
Ayuda a aquellos a quienes profesas predilección.
Ayuda a los que están más próximos a la unión contigo.
Ayuda a los que te desean más ardientemente.
Ayuda a los que sufren más.
Ayuda a los que están más lejos de su liberación.
Ayuda a los que menos auxilio reciben.
Ayuda a los que más méritos tienen por la Iglesia.
Ayuda a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
Ayuda a los poderosos, que ahora son como viles siervos.
Ayuda a los ciegos que ahora reconocen su ceguera.
Ayuda a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
Ayuda a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
Ayuda a los tibios que muy poca oración han hecho.
Ayuda a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
Ayuda a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
Ayuda a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.
Ayuda a los padres que no vigilaron bien a sus hijos.
Ayuda a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
Ayuda a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.
Ayuda a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el cielo.
Ayuda a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia muerte.
Ayuda a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente desprevenidos para el viaje más importante.
Ayuda a los que juzgarás tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
Ayudad a los pontífices y gobernantes.
Ayuda a los obispos y sus consejeros. Ayuda a mis maestros y pastores de almas.
Ayuda a los finados sacerdotes de esta diócesis.
Ayuda a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
Ayuda a los defensores de la santa fe.
Ayuda a los caídos en los campos de batalla.
Ayuda a los sepultados en los mares.
Ayuda a los muertos repentinamente.
Ayuda a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.
V. Dales, Señor, a todas las almas el descanso eterno.
R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
V. Que en paz descansen.
R. Amén.


Cortesía de: José Gálvez Krüger

Fuente: ACI Prensa

Oración a San Nicolás de Tolentino por las almas del purgatorio

¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino! Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas, para que saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios. Y a mi, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!, la más viva compasión y la más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas. Amén


Cortesía de: José Gálvez Krüger

Fuente : ACI Prensa

Oración a San Nicolás de Tolentino por las almas del purgatorio

¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino! Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas, para que saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios. Y a mi, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!, la más viva compasión y la más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas. Amén


Cortesía de: José Gálvez Krüger

Fuente : ACI Prensa

Oración de San Agustín por las almas del purgatorio

Dulcísimo Jesús mío, que para redimir al mundo quisiste nacer, ser circuncidado, desechado de los judíos, entregado con el beso de Judas, atado con cordeles, llevado al suplicio, como inocente cordero; presentado ante Anás, Caifás, Pilato y Herodes; escupido y acusado con falsos testigos; abofeteado, cargado de oprobios, desgarrado con azotes, coronado de espinas, golpeado con la caña, cubierto el rostro con una púrpura por burla; desnudado afrentosamente, clavado en la cruz y levantado en ella, puesto entre ladrones, como uno de ellos, dándote a beber hiel y vinagres y herido el costado con la lanza. Libra, Señor, por tantos y tan acerbísimos dolores como has padecido por nosotros, a las almas del Purgatorio de las penas en que están; llévalas a descansar a tu santísima Gloria, y sálvanos, por los méritos de tu sagrada Pasión y por tu muerte de cruz, de las penas del infierno para que seamos dignos de entrar en la posesión de aquel Reino, adonde llevaste al buen ladrón, que fue crucificado contigo, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén.


Cortesía de: José Gálvez Krüger

Fuente: ACI Prensa

Novena a San Juan Macías

Abogado de la Almas del Purgatorio y
Padre de los Pobres

San Juan Masías nació en la Villa de Rivera del Fresno, Reino de Extremadura (España) en 1585.
Embarcó para América en 1616. Tomó el hábito dominicano en el Convento de Santa María Magdalena la Penitente de Lima, en 1620.
“Este convento llamado de la Recoleta Dominicana, fue fundado el año 1606 por el V. P. Juan de Lorenzana, confesor que fue de Santa Rosa en los tres últimos años de su vida; y dejó de existir tan venerable convento, por falta de personal, el año de 1869”.
Profesó solemnemente en 1623.
Murió el 16 de Septiembre de 1645, a la edad de sesenta años, seis meses y quince días.
Fue beatificado por Gregorio XVI el 21 de septiembre de 1834.
Fue canonizado por Pablo VI, en 1975.


Novena

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser Tú quien eres, infinitamente bueno, y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. Propongo firmemente nunca más pecar. Perezca yo mil veces, Dios mío, antes que piense el cometerlo. El pecado me ha privado de tu gracia; ha hecho a mi alma enemiga tuya y esclava del demonio; el ha puesto en un patíbulo ignominioso a mi Salvador, y le ha hecho derramar toda su sangre, para lavar la de manchas abominables que la habían desfigurado.

Postrado a tus pies, confieso que pequé; y desde este mismo instante me convierto a ti con toda mi alma. Mis ojos se han abierto ya, mi corazón está mudado. En adelante seré más cauto en prevenirme contra todo lo que pueda ser ofensa contra ti, y me preocuparé en guardar tus preceptos, en publicar y cantar tu misericordia, y en adquirir todas las virtudes que me faltan, imitando en cuanto pueda a tu escogido siervo San Juan Masías, bajo cuya protección espero me des tu bendición, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Oración para todos los días

Glorioso Juan Masías, que supiste grabar en el fondo de tu corazón ese divino precepto de la caridad, que por su importancia se inculca tanto en la antigua ley, y que la renueva y perfecciona Jesucristo en su Evangelio, declarándonos que es el primero y más grande de todos los mandamientos, y prometiendo la vida eterna al que lo cumpliese; tan fielmente le escuchas, como pronto supiste guardarlo y cumplirlo en todo el curso de tu vida. A tu ayuda acude mi suma debilidad y flaqueza, para que poniendo esta fundamental piedra al edificio de mi verdadera conversión, comience desde hoy a ejercitarlo y practicarlo, a fin de que consiga ser discípulo de Jesucristo, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y Gloria.


Día primero

Consideración

Nació el niño Juan Masías en Rivera del Fresno, Reino de Extremadura (España), sus padres fueron Dn. Pedro Masías de Arcas y Dña. Inés Sánchez. Huérfano de padre y de madre a los cuatro años y medio, el cielo se encargó de él, cuidándole y dirigiéndole sus pasos por medio de S. Juan Evangelista.
Revelóle la Santísima Virgen, siendo aún adolescente, “que lo sacaría de su patria, lo trasladaría a lejanas tierras, y allí le haría gracias singulares”. En efecto: así sucedió. Condújole el Mensajero celestial de España a Nueva Granada, y de Nueva Granada, atravesando el continente americano, a Lima, Ciudad de los Reyes, como precioso regalo del Rey de los cielos al Reino del Perú. Nosotros debemos agradecer a Dios, por este nuevo obsequio hecho al Perú.
(Se pide la gracia que se desea obtener).

(Se rezará: Padrenuestro, Avemaría y Gloria).

Antífona

Confortado por la gracia del Altísimo, suspirabas por alcanzar los premios celestiales que ya gozas.

V: Ruega por nosotros San Juan Masías.
R: Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Oración

Dios, que quisiste que el Bienaventurado Juan, tu confesor, prevenido con la abundancia de tu gracia, en el humilde estado de hermano, floreciese con el candor de las demás costumbres y heroicas virtudes; te rogamos nos concedas que de tal modo sigamos sus pasos, que merezcamos llegar a ti con puros pensamientos y deseos.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Día segundo

Oración preparatoria como el primer día

Huérfano de padre y madre, Juan Masías es recogido por un tío suyo quien lo dedica al pastoreo, desde la temprana edad de cinco años. Y es entonces cuando él recibe la paz de los bienaventurados que en sucesivas apariciones y visiones le dan el conocimiento de los más grandes misterios de nuestra Religión. Trasladado a Lima, también se dedica allí al preciado oficio de pastoreo de corderillos, por espacio de dos años, que fueron para él delicias del cielo; y nunca dejará este oficio sino fuera trocándolo por el Convento.

En el lugar de la casita donde viviera estos dos años, testigo mudo de tantos coloquios divinos con la Santísima Trinidad, con la Santísima Virgen, S. Juan Evangelista y el Santo Ángel de la Guarda, vino muy pronto a ser levantada una precisa iglesia, bajo la advocación de “Nuestra Señora del Patrocinio”; donde almas escogidas y consagradas al Señor, pertenecientes a la misma Orden Dominicana, sirven a Dios y a su Madre con la pureza y sencillez de pastorcillos en la soledad del convento.

San Juan Masías, alcánzanos la sencillez de los pastores para que obtengamos la paz del cielo.

(Se pide la gracia que se desea obtener).

(La oración final como el primer día)


Día tercero

Oración preparatoria como el primer día

Consideración

San Juan Evangelista reveló a su protegido que había una orden preferida de María, y la llamaba su Orden, la Orden del Santísimo Rosario; que tenía aquí en Lima un convento bajo la protección de Santa María Magdalena, su gran amiga y compañera del Calvario, y que era, además, Patrona de esa misma Orden de María, y que en este Convento le querían colocar Jesús y su Madre para acabar de santificarlo.

Llamó el pastorcillo a las puertas del Convento Dominicano de María Magdalena la Penitente, y el portero de aquel paraíso en la tierra, llamado Fr. Pablo de la Caridad, le echó los brazos al cuello diciéndole: “Hermano mío, mucho tiempo hace que te estaba esperando”. Habla al Prior, reúne éste a la comunidad, por votación unánime, sin más pruebas y conocimientos que los del cielo, le imponen con gozo de todos, en el mismo instante, el santo hábito. Queda nombrado portero auxiliar, para que, con el santo Fr. Pablo, se hiciera el novicio más santo. Descansó en el Señor el anciano portero, feliz de tener un sucesor de su gusto. El discípulo aventajó al maestro en el oficio y el venerable Fr. Pablo tiene por sucesor a San Juan Masías.
No son los cargos los que dignifican a los hombres sino los hombres los que dignifican los cargos.

(Se pide la gracia que se desea obtener).

(La oración final como el primer día)


Día cuarto

Oración preparatoria como el primer día.

Consideración

Tuvo también San Juan Masías el oficio de limosnero o sea el encargado de recoger la limosna y darla a los pobres. “A Fr. Pablo de la Caridad, sucedió la caridad de Fr. Juan”, según la frase popular de los indigentes, quienes eran socorridos con generoso corazón y pródiga mano.

Se quitaba a sí mismo el alimento para repartirlo entre sus amigos los pobres. Distribuía diariamente lo sobrante de la comunidad; obtuvo de los superiores el permiso necesario para recoger limosnas fuera de casa, con este fin. Unas veces multiplicaba los alimentos con su bendición; y otras acudía a la oración, pidiendo a la Santísima Virgen remediase las necesidades diciendo: “Madre, mis pobres no tienen qué comer”. La Santísima Virgen le contestaba: “Manda pedir a Fulano, que mi hijo le ablandará el corazón”. Y nunca pidió al indicado por la Madre del cielo que no alcanzara lo que pedía. Algunas veces sucedía, para escarmiento de avaros, que, con la negación de la limosna, les fuese la desgracia a la casa.

(Se pide la gracia que se desea obtener).

(La oración final como el primer día).


Día quinto

Oración preparatoria como el primer día

Consideración

Entre las devociones y prácticas de piedad de San Juan Masías, la primera que ocupa y llena toda la vida, es la del Rosario. Desde la edad de cinco años en que prometió a la Virgen rezar las tres partes, nunca las interrumpió, ni por cansancio, ni por enfermedades, ni molestias de viajes. Cuando tomó el hábito, entonces, en vez de quince misterios se impuso la obligación de rezar quince partes del Rosario. Con esta devoción tan del corazón de María y reina de las devociones, obtuvo el Santo extraordinaria piedad. Los moradores del cielo conversaban con él; y la Santísima Virgen, dándole a entender cuán gratas le eran estas preces, le habló en innumerables ocasiones, y se le apareció reiteradas veces. Delante de su altar fue favorecido con éxtasis y raptos; en alguna ocasión le sorprendieron elevado ocho codos del suelo, conversando con su Madre. A sus ruegos, se introdujo por primera vez en Lima, la fiesta del dulce nombre de María. Y los altares de la Reina del cielo los tenía siempre cubiertos de flores blancas que simbolizaban la pureza de la Santa Virgen. San Juan Masías, aumenta nuestra devoción al rezo del Rosario y seremos no sólo salvos sino santos.

(Se pide la gracia que se desea obtener).

(La oración final como el primer día).


Día sexto

Oración preparatoria como el primer día

Consideración

San Juan Masías tenía sus delicias con el Santísimo Sacramento del Altar. Pasaba largas horas delante del Sagrario; hacía muchas visitas al amor de sus amores y cuidaba de la lámpara, cebándola dos veces durante la noche. Se preparaba con ayunos y disciplinas, antes de acercarse a la Santa Comunión; y la recibía con todo fervor, cuantas veces le era dable, según las costumbres de aquellos tiempos. Pero donde se desbordaba su piedad y fervor era en las exposiciones mayores del Santísimo, en las procesiones solemnes de los terceros domingos de cada mes; y sobre todo en el monumento del Jueves Santo. Permanecía muchas horas delante del Santísimo, como si estuviera elevado o fuera una estatua rígida y sin movimiento.

Aumentemos nuestros recursos espirituales en la fuente de las gracias divinas, esto es; en la confesión frecuente y en la comunión cotidiana.

(Se pide la gracia que se desea alcanzar).

(La oración final como el primer día).


Día séptimo

Oración preparatoria como el primer día

Consideración

En el corazón puro, sencillo y ardiente de caridad de San Juan Masías, repercutían todas las miserias humanas y sus consecuencias. Los ardores que le causaban las consideraciones de los atributos de la infinita Justicia y Bondad de Dios, los convertía en lluvias de gracia y bendiciones para apagar las llamas del purgatorio. En su devoción encontró el modo de aliviar a las benditas almas, con la oración, rezos, mortificaciones de los sentidos, ayunos, disciplinas, cilicios, privaciones de sueños, y otros infinitos medios que su caridad inventaba. Estando orando delante de la Santísima Virgen, se le aparecieron en tropel, dos mil almas del Purgatorio que con voces lastimeras le decían: “Siervo de Dios, acuérdate de nosotras”. Se le aparecieron otras muchas ocasiones y le decían: “No nos eches en olvido, socórrenos con tus oraciones”. Otras veces le decían: “A mí, a mi, que soy la más necesitada. Estos clamores derretían en la caridad y devoción al Santo y le movían a tomar a su cargo las penas que ellas debían sufrir en el Purgatorio, para que, satisfecha la Justicia Divina, volaran a gozar de su infinita misericordia. La misma maña que se dio para aliviar toda miseria corporal, esa misma aumentada, se la dio para sacar almas de las penas del Purgatorio. Estando Juan Masías para morir, confesó obligado por la obediencia, que había sacado del Purgatorio un millón cuatrocientas mil almas.

Meditemos con frecuencia en nuestras postrimerías y pidamos a nuestro intercesor nos alcance la gracia de pasar el Purgatorio en vida o salir pronto de los tormentos.

(Se pide la gracia que se desea conseguir).

(La oración final como todos los días).


Día octavo

Oración preparatoria como el primer día

Consideración

El fervor iba poco a poco consumiendo la vida de Juan Masías. Cierto día llamó éste a Fr. Antonio del Rosario y le dijo: “toma estas llaves que yo me retiro y no sé si volveré”. Le dio una disentería rebelde a todo tratamiento médico. Señaló y presentó al Prior, por limosnero, a Fr. Dionisio Villa, pues ya tenía revelación del cielo de que la vida llegaba a su término, y se preocupaba más de los pobres que de sí mismo. Los facultativos, le dicen que no tiene remedio su mal; y él, exclama radiante de alegría: “¡Gracias a Dios!”. Pidió por favor que nadie tocara su cuerpo. Se confesó generalmente de toda su vida con abundantes lágrimas. Recibió el Santo Viático vestido con el hábito que le habría de servir de mortaja, puesto de rodillas en la cama. Quedó en éxtasis por largo rato, y al volver en sí, tornó a repetir: “¡Gracias a Dios!”. Iluminado su rostro con presagio de la gloria del cielo, dijo al Prior del Convento: “Levántese padre, y sea cortés, que aquí está Nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen María, el Apóstol y Evangelista San Juan, San Pedro y San Pablo, la bendita Magdalena, mi padre Santo Domingo, San Luis Beltrán y otros Santos y Santas, fuera de la multitud innumerable de Ángeles”. Rezadas las preces de costumbre y contestando él a todo, con el Santo Crucifijo en las manos, y éstas entrelazadas, haciendo un acto extraordinario de amor a Dios, puestos los ojos en el cielo, rindió su alma al Creador.

La muerte de los Santos es preciosa, es como un sueño cuyo dulce despertar es en la gloria. Vivamos de tal manera que merezcamos tener una suerte semejante.

(Se pide la gracia que se desea obtener).

(La oración final como el primer día).


Día noveno

Oración preparatoria como el primer día

Consideración

El séquito glorioso que asistió a la muerte de Juan Masías, le acompañó en extraordinario tributo hasta la gloria, donde, por siglos infinitos, gozará de Dios como premio y galardón de sus heroicas virtudes. También aquí en la tierra gozará de la gloria que es dable en este mundo. Él mismo, antes de morir, confesó proféticamente: “Aquí han de erigirme templos; de qué modo, no lo sé; pero aquí está mi guía, patrono y jefe, S. Juan Evangelista, quien me dice que lo diga así”. Efectivamente, se ha levantado templos y en la santa Iglesia de Dios, se perpetúan sus rezos y alabanzas. Brilló en milagros y profecías, en vida y en muerte. Tantos y tan variados son los prodigios obrados por nuestro Santo, que es imposible reducirlos a número. En las iglesias de la Recoleta, el Patrocinio, Santo Domingo y el Santuario, que son los lugares donde los fieles invocan con más asiduidad y fervor, se cuentan por miles los exvotos de oro y plata que atestiguan estas maravillas. El patrocinio, lugar donde el vivió antes de ingresar al Convento, y donde se conserva su silla, es una oficina de prodigios y un jubileo permanente de favores obtenidos por su intercesión. Su cuerpo descansa en una urna de metal fino, que conserva la Iglesia de Santo Domingo. El centro del altar lo ocupa Santa Rosa, y a ambos lados están San Martín de Porras y San Juan Masías.

Santo mío, séme propicio, líbrame de la corrupción del pecado, y alcánzame la incorruptibilidad de la gloria. Te lo pido por las revelaciones que te hizo el cielo; por tu sencillez de pastorcito; por tu fidelidad y recogimiento de portero; por tu amor a los pobres; por tu ternísima devoción a la Santísima Virgen; por su amor a la Sagrada Eucaristía; por las benditas Almas del Purgatorio; por tu preciosa muerte; y por tu vida gloriosa en el cielo.

(Se pide la gracia que se desea alcanzar).

(La oración final como el primer día).


Cortesía de: José Gálvez Krüger


Fuente: ACI Prensa

Invocaciones propuestas al moribundo

Los que rodean al enfermo deberán ayudarle a bien morir con piadosas jaculatorias y con edificantes lecturas, sobre todo la Pasión del Señor según los Santos Evangelios. Procúrese también que el enfermo tenga el Crucifijo a su cabecera, para que pueda besarlo.
Puede sugerírsele jaculatorias como éstas, inspiradas en los Salmos, para provocar actos de paciencia, de penitencia, de amor de Dios y de conformidad con la voluntad divina, de esperanza y de fe, de deseo de los bienes celestiales y desapego de los mundanos. Todo esto es caridad, que Dios ha de premiar mucho.

  1. ¡Señor! Ten piedad de mí, que soy un pecador!
  2. ¡Señor! No mires mis pecados, sino mi fe en ti
  3. ¡En Ti, señor, espero; no me confundas para siempre!
  4. ¡Acuérdate, Señor, de que eres todo misericordiosos!
  5. ¡Oh Dios mío! Te amo con todas veras.
  6. Tú mismo, Señor, eres mi premio eterno.
  7. En el cielo me esperan los Justos para recibirme.
  8. ¡Ay Señor, que mi destierro se prolonga!
  9. Mi patria es la tierra de los vivos
  10. Mira Señor que mis enemigos se multiplican. Líbrame de ellos por la gloria de tu nombre; no sea que digan: “Hemos podido más que él”.
  11. En tus manos, señor, entrego mi alma. Tú me redimiste, Oh Dios, fiel a tus promesas.
  12. Deseo morir para estar con Cristo.
  13. Mi vida es Cristo, y el morir una ganancia.
  14. ¡Ven Señor Jesús! ¡Ven y no tardes!
  15. Pronto me llenarás de alegría al ver tu rostro; y tus delicias no tendrán fin para mí.
  16. ¡Oh Jesús! Tus llagas benditísimas son mi refugio y mi asilo.
  17. Creo que mi Redentor vive, y que en el último día he de resucitar, y que con mis propios ojos veré a mi Dios y mi Salvador.
  18. ¡Oh Buen Jesús! Óyeme – En la hora de la muerte llámame – Y mándame venir a Ti – Para que con tus Santos te alabe por los siglos de los siglos.
  19. María, Madre de Dios y Madre mía, asístanme en mi última agonía.
  20. Jesús José Y María! Expire yo en paz en su compañía
  21. Ángel Santo de mi guarda, mira por mí.
  22. San Miguel y todos los Ángeles, rueguen por mí
  23. Santo Patrono mío, ruega por mí.
  24. San Benito, abogado de la buena muerte; ruega al Señor por mí.
  25. Santos y Santas del Paraíso, pidan gracia para mí al Juez Soberano.

Cortesía de: José Gálvez Krüger

Fuente: ACI Prensa

Invocaciones por los moribundos

  • Recibe, Señor, a tu siervo (sierva) en el lugar que debe esperar de tu misericordia. R/ Amén.
  • Libra, Señor el alma de tu siervo de todos los peligros del infierno, de los lazos de las penas y de todas las tribulaciones. R/Amén.
  • Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Enoch y a Elías de la muerte común a los hombres. R/. Amén
  • Libra, Señor, como libraste a Noé del diluvio. R/.Amén.
  • Libra Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Isaac de ser inmolado, y de la mano de su padre Abrahán. R/. Amén.
  • Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Lot de Sodoma y de las llamas del fuego. R/. Amén.
  • Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Moisés de la mano del Faraón, rey de los Egipcios. R/. Amén.
  • Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Daniel en el foso de los leones. R/. Amén.
  • Libra, Señor, el alma a tu siervo, como libraste a los tres jóvenes del horno de fuego ardiente, y de las manos de un rey cuel. R/. Amén.
  • Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a David de las manos del rey Saúl, y de las manos de Goliat. R/. Amén
  • Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Pedro y Pablo de las cárceles. R/. Amén
  • Y así como libraste de atrocísimos tormentos a tu dichosísima virgen y mártir Tecla, así también dígnate librar el alma de tu siervo, y concédele que contigo pueda gozar de los bienes del cielo.


Oremos: Encomendámoste, Señor, el alma de tu siervo, y te rogamos, Señor Jesucristo, Salvador del mundo, que no dejes de colocar en el seno de tus Patriarcas a esta alma, por la cual misericordiosamente bajaste a la tierra. Reconoce Señor, a tu hechura, criada, no por dioses extraños, sino por Ti, único Dios vivo y verdadero. En efecto, no hay Dios fuera de Ti, ni comparable en tus obras. Alegra, Señor, esta alma en tu presencia, y no te acuerdes de sus antiguas iniquidades excesos que suscito la violencia y ardor de sus pasiones. Pues aunque haya pecado, no ha negado al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo, sino que creyó, y tuvo amor y celo del Dios que hizo todas las cosas.

Señor, te suplicamos que olvides los delitos e ignorancias de su juventud; pero acuérdate de él en la gloria de tu caridad, según tu gran misericordia.

Ábranse los cielos y alégrense con él los Ángeles. Recibe a tu siervo, en su Reino. Recíbale San Miguel, Arcángel de Dios, que mereció ser príncipe de la milicia celeste.

Salgan a su encuentro los santos Ángeles de Dios, y condúzcanle a la ciudad celestial, Jerusalén. Recíbale el bienaventurado Pedro Apóstol a quien se dieron las llaves del reino de los cielos.

Ayúdele el Apóstol San Pablo que digno vaso de elección. Interceda por él San Juan, Apóstol de Dios a quien fueron revelados los secretos del cielo. Rueguen por él todos los Santos Apóstoles, a quienes el señor dio el poder de atar y desatar.

Intercedan por él todos los Santos y escogidos de Dios, que en este mundo sufrieron grandes tormentos por el nombre del cristo; para que desligado de las cadenas de la carne merezca llegar al glorioso reino de los cielos, por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, quien con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén

Oración: La clementísima Virgen María, Madre de Dios, piadosísimo consuelo de los tristes, encomiende a su Hijo el alma del siervo(a) N para que con esta intervención maternal, no tema los horrores d ela muerte; sino que con su compañía llegue alegre a la deseada patria celestial. R/. Amén.

A ti acudo San José, Patrono de los moribundos, a ti en cuyo dichoso tránsito estuvieron solícitos Jesús y María; por estas dos carísimas prendas te encomiendo con empeño el alma de este tu siervo(a) N que lucha en la extrema agonía; para que por tu protección sea libre de las asechanzas del diablo y de la muerte perpetua, y merezca ir a los gozos eternos.


Cortesía de: José Gálvez Krüger


Fuente: ACI Prensa

Piadoso ejercicio para alcanzar una buena muerte

Dios mío: Postrado humildemente en tu presencia, te adoro y quiero hacer esta protesta, como si ya me hallase próximo a exhalar mi último suspiro.

Dios mío: Tú has decretado mi muerte desde la eternidad: yo la acepto desde ahora con todo mi corazón en el modo y forma que tu divina Majestad ha dispuesto, y acepto también todos los dolores que la han de acompañar, los uno a los tormentos y a la muerte de Jesucristo, y te los ofrezco en satisfacción y penitencia de mis pecados. Acepto igualmente la destrucción de mi cuerpo para que resplandezca más tu supremo dominio sobre mí. Y por lo tanto, acepto y me alegro de que estos ojos, que tanta libertad se han tomado contra Ti, queden con la muerte ciegos hasta el fin del mundo.

Acepto y me alegro de que esta lengua, que tantas veces he empleado en palabras vanas, murmuraciones y mentiras, quede muda con la muerte, y sea comida de gusanos en el sepulcro.

Acepto y me gozo de que estas manos y estos pies que han sido para mi corazón instrumentos de tantas acciones desordenadas y de tantos pasos torcidos, queden con la muerte sin movimiento y sin acción entre los horrores de una hedionda sepultura.
Acepto y me gozo de que este mismo corazón que, siendo formado para darte todos sus afectos, los ha empleado en miserables e indignas criaturas, sea arrojado a la tierra y reducido a polvo y ceniza.

En suma, Señor, me regocijo de que se verifique en mí la total destrucción de mis miembros y huesos, convirtiéndome en humilde polvo y frías cenizas, que fueron la materia de que formaste mi cuerpo; para que la completa destrucción de mi existencia publique la grandeza de tu infinito poder y lo humilde de mi nada. Recibe, Señor, este sacrificio que te hago de mi vida, por aquel gran sacrificio que te hizo tu divino Hijo de sí mismo sobre el ara de la Cruz; y desde este momento para la hora de mi muerte, me resigno totalmente a vuestra santísima voluntad, y protesto que quiero morir diciendo: “Hágase, Señor, tu voluntad...”

Jesús mío crucificado: Tú que para alcanzarme una buena muerte haz querido sufrir muerte tan amarga, acuérdate entonces de que yo soy una de tus ovejas que has comprado con el precio de tu sangre. Cuando todos los de la tierra me hayan abandonado y nadie pueda ayudarme, Tu sólo podrás consolarme y salvarme, haciéndome digno de recibirte por Viático, y no permitiendo que te pierda para siempre. Amado Redentor mío, recíbeme entonces en tus llagas, puesto que yo desde ahora me abrazo a Ti, y protesto que quiero entregar mi alma en la llaga amorosa de tu sacratísimo costado.

Y Tú, Virgen Santísima, Abogada y Madre mía María; después de Dios, Tu eres y serás mi esperanza y mi consuelo en la hora de la muerte. Desde ahora recurro a Ti, y te ruego no me abandones en aquel último momento: ven entonces a recibir mi alma y a presentarla a tu Hijo. Te aguardo, Madre mía, y espero morir bajo tu amparo y abrazado a tus pies. Y Tú, Protector mío San José, San Miguel Arcángel, Ángel Custodio, Santos mis abogados, ayúdenme en aquel trance extremo, en aquel último combate y llévenme a la Gloria celestial. Amén.


Cortesía de: José Gálvez Krüger


Fuente: ACI Prensa

Devoción a las ánimas

Súplicas
a nuestra Señora del Perpetuo Socorro en alivio de las almas del Purgatorio.

¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Tan grande es tu bondad, que no puedes descubrir miserias sin compadecerte. Mira, te suplicamos, con caritativos ojos las afligidas almas que sufren en el purgatorio, sin poderse procurar alivio alguno en sus tremendas penas, y muévete a compasión. Por tu piedad y por el amor que tienes a Jesús, te pedimos mitigues sus sufrimientos, y les procures eterno descanso. Pero ¡ah! ¡Cuán dolorosa debe ser para tu maternal corazón la conducta de innumerables cristianos, que dejan en el olvido a las pobres almas del purgatorio! ¡Esperan nuestros sufragios y apenas hay quien se acuerde de ellas! ¡O María! dígnate inspirar a todos los fieles una tierna y viva compasión por nuestros hermanos difuntos; comunícales un ardiente deseo de ofrecer por ellas obras satisfactorias, y ganar, en su favor, cuantas indulgencias les sean aplicables, a fin de que pronto vayan a gozar de Dios. Oye ahora las súplicas que por ellas te hacemos:
Para que salgan de aquella tenebrosa cárcel, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.
Para que Dios les perdone la pena de sus pecados (*)
Para que se abrevie el tiempo de sus sufrimientos,
Para que se apaguen sus llamas abrasadoras,
Para que un rayo de luz celestial ilumine sus horrendas tinieblas,
Para que alcancen alivio en sus penas y amargas angustias,
Para que su tristeza se cambie en perpetua alegría, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.
Para que se mitigue su ardiente sed de los bienes eternos, (*)
Para que se llenen pronto sus deseos vivísimos de entrar en la gloria.
Por las almas de nuestros padres e hijos,
Por las almas de nuestros parientes,
Por las almas de nuestros amigos,
Por las almas de nuestros bienhechores,
Por las almas que sufren en aquellas llamas por culpa nuestra,
Por las almas de aquellos, que en su vida nos hicieron sufrir,
Por las almas más desamparadas,
Por las almas que sufren mayores tormentos,
Por las almas que están más cerca de entrar en el cielo,
Por las almas que durante su vida te han amado más a ti y a tu divino Hijo,
Por las almas de aquellos que sufren hace más tiempo,
Por todas las benditas almas del purgatorio,
Por tu inefable misericordia,
Por tu inmenso poder, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad, (*)
Por tu maternal bondad,
Por tu incomparable maternidad,
Por tus preciosas lágrimas,
Por tus acerbos dolores,
Por tu santa muerte,
Por las cinco llagas de tu amado Hijo,
Por su dolorosísima muerte en el árbol de la Cruz,
Para que se apliquen con abundancia a los difuntos las súplicas de los vivos,
Para que la gloriosa legión de los santos las socorra sin cesar,
Para que los nueve coros de los ángeles las reciban con regocijo,
Para que tus ojos maternales les echen una mirada de compasión,
Para que las haga felices la vista de tu divino Hijo, Para que por la contemplación de la Santísima Trinidad sean bienaventuradas,
Para que se haga cada día más fervorosa nuestra devoción a las almas,
Para que se ofrezcan siempre más y más oraciones, indulgencias y obras satisfactorias por ellas,
Para que nosotros recibamos el premio eterno de nuestra devoción a las almas, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.
Para que las almas, que hayamos librado del purgatorio, hagan un día lo mismo con nosotros, imploramos tu perpetuo socorro, oh Madre de bondad.

Oración: ¡Oh Madre compasiva del Perpetuo Socorro!, mira te ruego, a esas afligidas almas que la justicia de Dios tiene sumergidas en las llamas del purgatorio. Ellos son caros objetos del amor de tu divino Hijo; ellas lo han amado durante su vida, y al presente se abrasan en deseos de verle y poseerle; pero no pueden romper sus cadenas por sí mismas, ni salir del fuego terrible que las devora. ¡Conmueva tu tierno corazón la vista de su dolor! Dígnate consolar a esas almas que te aman y suspiran sin cesar por Ti; son hijas tuyas, muestra que eres para ellas Madre del Perpetuo Socorro. Visítalas, mitiga sus penas, abrevia sus sufrimientos, y apresúrate a librarlas alcanzando de tu divino Hijo les aplique los méritos infinitos del santo sacrificio que por ellas se celebra.
Amén.
Un Credo por los devotos.


Cortesía de:
José Gálvez Krüger



Fuente: ACI Prensa

Decenario de la pasión en sufragio de las almas del purgatorio

(Se repite cinco veces para formar un Rosario de cinco dieces.)

Oración inicial:
Abre, Señor, nuestros labios; alienta nuestros corazones y límpialos de vanos, impuros e impertinentes pensamientos; ilustra nuestro entendimiento, inflama nuestra voluntad, para que, con todo nuestro corazón, meditemos los pasos de tu Sagrada Pasión y muerte, con los acerbísimos dolores de tu Madre Santísima, y merezcamos ser oídos ante el acatamiento de tu Divina Majestad, que vives y reinas en todos los siglos. Amén.

Primera decena

Jesús mío, por aquel sudor copioso de sangre que sudaste en el huerto, ten misericordia de las almas del Purgatorio (o del alma de N.)

Segunda decena

Jesús mío, por la bofetada que recibió tu rostro venerable, ten misericordia de las almas del Purgatorio.

Tercera decena

Jesús mío, por los crueles azotes que sufriste, ten misericordia de las almas del Purgatorio.

Cuarta decena

Jesús mío, por la corona de agudas espinas que traspasaron tu santísima cabeza, ten misericordia de las almas del Purgatorio.

Quinta decena

Jesús mío, por los pasos que diste en la calle de la Amargura con la cruz a cuestas, ten misericordia de las almas del Purgatorio

Sexta decena

Jesús mío, por tu santísimo rostro lleno de sangre, que dejaste impreso en el velo de la Verónica, ten misericordia de las almas del Purgatorio.

Sétima decena

Jesús mío, por la vestidura sangrienta que con violencia te desnudaron los sayones, ten misericordia de las almas del Purgatorio.

Octava decena

Jesús mío, por tu santísimo cuerpo clavado en la cruz, ten misericordia de las almas del Purgatorio.

Novena decena

Jesús mío, por tus santísimos pies y manos clavados con duros clavos, ten misericordia de las almas del Purgatorio.

Décima decena

Jesús mío, por tu costado abierto al borde de una lanzada, de donde manó sangre y agua, ten misericordia de las almas del Purgatorio (o del alma de N.)

En lugar del Padrenuestro se dirá la siguiente oración:
Piadosísimo Jesús mío, mira con benignos ojos las almas de los fieles difuntos por las cuales has muerto y recibido tormento de cruz. Amén.


Cortesía de: José Gálvez Krüger


Fuente :ACI Prensa

Cien Réquiem

Modo de practicar esta piadosa devoción

Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse de un rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem.

Se empieza rezando un Padrenuestro y después una decena de Réquiem en esta forma:

Dales, Señor, el eterno descanso y haz brillar sobre ellas tu eterna luz.

En cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda siguientes:

Jaculatoria

Almas santas, almas purgantes, rueguen a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por ustedes para que Él les de la gloria del paraíso.

Ofrenda

Padre eterno, te ofrecemos la sangre, pasión y muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.

A continuación, se rezan la segunda y demás decenas de Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande. Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará la siguiente oración:

DE PROFUNDIS
Salmo CXXIX de David

Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.
Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.
¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?
Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.
Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.
¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.
Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.
Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.

Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:

¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.
¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio


Cortesía de: José Gálvez Krüger

Fuente: ACI Prensa

El purgatorio abierto a la piedad de los vivos


Oraciones
Para todos los días de la semana

Para el domingo

¡Oh Señor y Dios omnipotente! Yo te suplico por la preciosa sangre que tu Hijo derramó en el Huerto, que saques las almas del Purgatorio, y en particular las que están más olvidadas, y llévalas al descanso eterno.
Dos Padrenuestros y dos avemarías.

Para el lunes

¡Oh Señor y Dios omnipotente! Yo te suplico por la preciosa sangre que tu Hijo derramó con los crueles azotes que recibió, saques las almas del Purgatorio, y en particular las que están próximas a subir al eterno descanso, para que así empiecen cuanto antes a alabarte y bendecirte eternamente.
Dos Padrenuestros y dos avemarías.

Para el martes

¡Oh señor y Dios omnipotente! Yo te suplico por la preciosa sangre que derramó tu Santísimo Hijo cuando le pusieron la corona de espinas, saques las almas del Purgatorio, y en particular la que debiere ser la última de todas en salir, para que no tarde tanto en alabarte y bendecirte eternamente en la Gloria. Amén.
Dos Padrenuestros y dos avemarías.

Para el miércoles

¡Oh Señor y Dios omnipotente! Yo te suplico por la preciosa sangre que derramó tu Santísimo Hijo por las calles de Jerusalén cuando iba con la cruz a cuestas, saques a las almas del Purgatorio, y en particular la más rica en méritos para contigo, a fin de que desde el sublime trono de gloria que espera, te alabe y bendiga eternamente. Amén.
Dos Padrenuestros y dos avemarías.

Para el jueves

¡Oh Señor y Dios omnipotente, yo te suplico por el precioso cuerpo y sangre de tu Santísimo Hijo, que en la noche de su Pasión dio en comida y bebida a sus Apóstoles y dejó a toda la Iglesia en sacrificio perpetuo y vivífico alimento de los fieles, saques las almas del Purgatorio, en particular la más devota de este misterio de amor, para que por ello te alabe con tu divino Hijo y con el espíritu Santo en tu Gloria eternamente.
Dos Padrenuestros y dos avemarías.

Para el viernes

¡Oh Señor y Dios omnipotente! Yo te suplico por la preciosa sangre de tu Santísimo Hijo derramó desde el árbol de la cruz, especialmente de sus sacratísimos pies y manos, saques las almas del Purgatorio, y en particular aquellas por quienes tengo mayor obligación de rogarte, para que no queden allí penando por mi culpa, ni sean privadas de alabarte y bendecirte eternamente en la Gloria.
Dos Padrenuestros y dos avemarías.

Para el sábado

¡Oh Señor y Dios omnipotente! Yo te suplico por la preciosa sangre que salió del costado de tu Santísimo Hijo en presencia y con grandísimo dolor de su Santísima Madre, saques las almas del Purgatorio, en particular la que haya sido más devota de esta gran Señora, para que, cuanto antes vaya a tu Gloria a alabarte en Ella y a Ella en ti, por todos los siglos de los siglos. Amén.
Dos Padrenuestros y dos avemarías.

A las benditas ánimas del purgatorio

¡Cuán consolatorio
dulce pensamiento,
el del purgatorio
para el pecador!

¿Quién será tan puro
que el celeste asiento
tenga por seguro
sin miedo de error?

En este recelo
Solaz y dulzura
es saber que al cielo
se va por dolor

Se espera el contento
por la de amargura
senda, y aposento
de triste amor.

Propaganda de la Cruzada a favor de las benditas almas del Purgatorio con licencia de la autoridad eclesiástica dada en 31 de Mayo de 1929. Al devoto de ellas – Felipe E. Hidalgo


Cortesía de: José Gálvez Krüger


Fuente :ACI Prensa